15 de junio de 2013

Geometría

Una aventura geométrica que nos lleva de Gerolamo Saccheri a Albert Einstein.

Este esbozo trata sobre una teoría en la geometría que siendo semejante en su nacimiento a los cuadriláteros de Saccheri termina, al final, teniendo algunas colindancias con la teoría de la relatividad de Einstein quien, a última hora, dijo: “La idea de lograr una teoría unificada mediante un universo cilíndrico de cinco dimensiones nunca se me ocurrió... A primera vista su idea me gusta  —le decía a Theodor Kaluza—  enormemente, que la naturaleza  nos muestra solamente la cola del león. Pero no dudo de que esa cola pertenece al león, aunque todavía no se manifieste debido a su enorme tamaño.”

Séanos permitido oír en estas palabras de Einstein que nos llegan como en un sueño, el eco lejano de lo que más tarde es el modelo pangeométrico de la hiperesfera (el universo).


Cuando se persigue una idea que puede ser novedosa, en cualquier disciplina, no conviene prestar oídos al profesor ortodoxo porque bloquea al investigador y le aparta de la pista que husmea. El investigador debe aislarse y proseguir ese sendero hasta donde le de su imaginación, su intuición y sus entendederas. Y tampoco fiarse de los grandes profesores y de los grandes doctores porque, hasta el mismo Poincaré cayó en mezquindad cuando conoció de la ecuación de Einstein, reaccionó despreciándola y evitó mencionar el nombre del creador de la teoría general de la relatividad.

La homosexualidad

Primero quiero manifestar que no estoy en contra del homosexual de nacimiento, tan distinto del que ha hecho de esta relación erótica su negocio o su modo de vida. Y aunque en católica cuna nací, no por ello prejuicio sexual alguno arrastro, por el contrario, desde muy pequeño vengo con un conocimiento y una formación sexuales muy míos, muy propios, muy libres, sanos y naturales, entendiendo que la sexualidad humana no es solo para procrear sino también para disfrutar. Y, desembarazado de todo prejuicio y tabú, incursioné en aquellas fantasías heterosexuales donde la imaginación me llevó, sin trasladar ni traspasar las fronteras naturales y atento siempre al dictado de la naturaleza, de la razón y de la conciencia, que en mi juventud gocé con las mieles que me regalaba el jardín del frente, que el patio de atrás me repugnó. Por eso me enoja la vesania de aquellos gais y lesbianas del mentado Orgullo Gay que desfilan y saltan sobre carrozas a culo pelado. Flaco favor le hacen a su colectivo. Son las mismas minorías que todavía siguen designando a su homoerotismo como una opción o una preferencia sexuales cuando se trata de una dolencia, no de una libre elección.